jueves, 7 de febrero de 2008

Tres tetas, dos puemas, un sarpón.

¿Cómo estás?, hacía tanto que no sabía nada de vos,
sólo me enteré que anduviste de viaje,
contame detalles de tus misteriosas travesías,
jugosas anécdotas de tanto tiempo afuera.
¡Vaya si te extrañe! Si supieras leer te daría
el diario íntimo del pueblo -que jamás escribí-
para que lo cerciores por tu propia cuenta.
Sentí tu ausencia, la llegada de alguien parecido,
que, sin embargo, nunca era la somera sombra
de los ecos que, alguna vez, olvidaste.
Me sentí, también, un poco extraño:
no era para menos, vos eras -desde vos, claro-
algo así como parte de mí.
Luego me acostumbré, pero el acostumbramiento
-como vos bien sabés- no es crédito de nada,
aseguro de lo que no es seguro: nada.
Pasado cierto tiempo me pregunté -pregunté por allí-
por dónde andarías, y nadie me decía ni palabra.
Qué misterio, qué raro, fue lo segundo que balbuceé:
lo primero fue la canción de cuatro tipos que, alguna
vez, vos también cantaste.
Tuve la extraña sensación de lejanía para con todo:
del intermitente enchufe de la sociedad que nos suele
conectar.
Aún a desgano, aún sin siquiera pretenderlo
-pero conectado al fin, y desconectado por momentos-,
te extrañé.
¡Qué alegría, alegría, tenerte otra vez!, poderte
fastidiar a placer. ¡Qué tristeza, tristeza, que te
tenga que despedir! No te juro pero te confieso
que intentaré no olvidarte demasiado pronto.
Sentirte de vez en cuando, robarte de la expresión
de algún poeta urbano.
Ajeno sentimiento, amigo íntimo de mis íntimos
enemigos, que me impide pescar la resolución.
Familiar extrañeza que entra y sale de mi cuerpo,
que, a esta altura, es una desprestigiada
pensión estudiantil. Un puto baúl.
Cuerpos con lianas de locura colgando de los tendales
de la desazón, con brillantina en un corazón que mucho habla
de sentir pero siempre ahorra el disparo final.
Zigzagueantes y melancólicas serpientes de serpentinas
de carne de cañón: cuerpo que jamás pone el cuerpo.
Alegría que envidia la tristeza del extrañamiento.



Cumpleaños de extraños, polvos de toldos,
café de troskos, sonrisa de hoscos,
sementales de Mataderos al matadero del amor,
tanta tristeza que tropieza con la zoncera que la atraviesa.
Recuerdo de cuerdos, treinta y seis meses siameses,
tarjeta telefónica afónica, millonario que no llega a fin de mes,
dos tetas que se hacen tres, esteta de las faldas invisibles,
dos autos que corriendo tres cuarto pueden llegar a mí.
Tres fluidos fluidos, mi semen que teme ser no correspondido,
mancharte tu arte, saltar antes de excitarte –Sartre, Jean Paul-,
traspasar blancos flancos antes de sonoros estampidos –pido-,
gancho y temeridad que –en verdad- teme porque no tiene
con qué jugar.
Rastrillo de cuchillos, alacenas con religión de abuelas,
circulares y envolventes esferas de secuelas, dejos que se dejan,
primeros puestos que no llegan, magdalenas que jamás serán azucenas,
jardines de escarpines con pines soviético-dietéticos adentro.
Locuras sobre la ola de la tasa de café con leché,
gordura de campo acostada al diván del psicoanalista –laplanchoiano-,
vacía y desértica dentadura comensal en el living del agasajo,
dentista que lleva su silla de su casa al trabajo y de allí al anfiteatro.
Película de partículas de inmaculadas palabras obsoletas -¡tres tetas!-,
lobotomías de anfetaminas en el corazón del obstetra -¡tres tetas!-,
dos redondas, fuertes, colgantes, excitantes y redondas,
respuesta a la consulta embarazosa del que no merma –y llora-.
Enferma de sendas aprobaciones –varias- de lecciones previas,
serias tertulias de madrugada de cachetada a la ojera -¡tres tetas! Ah, no-,
otoño en Logroño, ojo al ojo, nadie ve nada con esos anteojos
del mismo color que el eximido que cierra los poros.
Locro de mocos –mmm-, gases lacrimógenos de peces estrambóticos,
policía de besos, militares en los altares de la tarde-noche de mañana,
desperdicio de servicio –filtros-, usos con recursos desproporcionados,
implantes acolchonados en el acolchado de lo deseado -¡tres tetas!-.
Sin sentido del sentido prometido por el elegido mal elegido.

Mayo, 2005.

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