jueves, 7 de febrero de 2008

Cada uno tiene su cruz, Sargento, Bonaerense.

Me pregunto cuál será
la verdadera fuerza de un escrito
si podrá
hacer regresar de un sueno dorado
a una muchacha.
Si logrará transformar
las de a ocho a nueve que te escribo
en vasos de plástico que alberguen
las antenas estrafalarias que te porto.
Si podrá dejar
de preguntarse sobre lo que puede
y tocar algunas lujuriosas espinas
que tatúan tu abdomen.
Después comprobar
la fastuosa simpleza de todo lo que excede
eyacular
una catarata de espejos
que tus modestias cercioren.
Me pregunto si el condicional
de nada saberlo
no será
una excusa para vivir días que no tienen
sentido ni transcurrir.
Bancos de arena divididos al
infinito
que desde mi balcón aéreo derrapan desérticas
consultas
a tu moribunda tela
pervertida de parir.
La pregunta de si una letra llegará
exacta
a tu jardín
en un momento inexacto
si algún mensaje recabará
en capas
en tus dos pisos de juguetería.
Catalán handicap amoroso
en picada
atunada desventaja
de pedigrí
muchedumbre de noches
en vela
por el hurto de los cuadernos
de las estanterías.
Me pregunto si tus plumas montañosas
sabrán contener la ininterrumpida gotera
de
solación de un juguete movible
arácnido y melancólico.
Si tus piernas
elásticas como el desdén
estallarán hacia el norte
al contemplar la mortecina
memoria de mi recuerdo atónito.
Agosto todo lo puede porque
el poder de agosto descansa fríos
en el oscuro pasillo de la venganza
de que la palabra última se desnude sólo
cuando sepa preguntar respondida
que la lujuria desganada no será sólidos
andamios de la terraza de la desesperanza.

Mayo, 2005, Bs. As.


Tu boca es un mar por el que flotan
morbosas baldosas con las cuales
no se puede contar
a la hora de huir.
Porque
antes de ayudarnos a que no
nos hundamos en el fondo de las
palabras prefieren el salto de una
discoteca el placer silencioso del
gemir.
Tus labios son carnosidades ocupadas hoy
por hoy por un abstemio de todas
las prácticas que aún desconocés.
Dos continentes separados por un
lago sin corazón que húmedo te reprocha todos
los trópicos que en tu espalda hacen pie.
Tus orejas jamás atienden algo que no
quieran escuchar porque están bloqueadas por una
cortina de cabellos de provincia.
Más que enojarse suplican porque una
serpiente las vaya a mojar porque una
bocas les cuente todas las inmoralidades antes
de que se extingan.
Tus tetas son crepúsculos nocturnos aún sin
haber pecado al mentir por cortesía al no
decir por tranquilidad contenidos contenidos por
una represa por la que alguna vez
he caminado.
De puntillas
con la
admiración
de un
Benjamin
en la facultad.
Tu cuello es el punto neurálgico por el que ruedan
todos los mimos que tu hispanía te propinó de
tersa piel o preocupados de que no se excedan todos
los besos melosos que de aquel hacen su like a rolling stone.
Tu ombligo es el destino de todo lo que antes
no lo encontró el lugar perfecto para acabar luego
de una larga travesía que siendo de tu aprobación me diga
hacia qué rincón llevar mi desolación si hacia
el continente de la revolución o hacia
el infierno que para abajo se
muestra perceptivo.
Tus cachetes son mejillas repletas a la perfección por
un artesano de lo que en el fondo debe haber en dos
veredas en las que para flotar hay que cumplir la
condición de hacer lo que la inconsciencia dicte de
realizar una reverencia ante tu aparecer.
Tus manos son diez artistas no reconocidos cuyo
tesón consta en no dejar tesoro sin encontrar y
co-incido me re-tracto me des-digo tu re-cuerdo de mi
premio no lo voy a
olvidar.

Mayo, 2005, Bs. As.

No hay comentarios: