Aproximadamente por julio del
Casi cuatro años después, lo implícito se volvió explícito y lo explícito obsceno, y el ex-presidente –actual gigoló presidencial de la presidenta Cristina - se dirige, con prisa y sin ninguna pausa, hacia el sillón que no supo ser de Rivadavia pero sí de Perón.
Es más o menos conocido el devenir político-ideológico de la, hasta el 2003, guevarista (al menos, por lo que daría a entender su nombre) agrupación Venceremos en
A fin de cuentas, esto es lo que menos importa.
Aún así, de ser pretendidamente influenciada por las ideas del guerrillero loco, combinando dicha influencia con una concepción instrumental del fenómeno histórico del peronismo -lo cual, obviamente, recordaba hasta más no poder el intento de combinar distintos tipo ideales de socialismo con una interpretación nacional de los mismos por parte de las organizaciones político-militares de los ’70 Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y Peronismo de Base (PB)-, y a tono con un movimiento que no fue exclusivo de ciertas agrupaciones estudiantiles universitarias sino también de buena parte de la sociedad y sectores significativos (es decir, con poder político) de la academia, aquella agrupación dejó de auto-denominarse (o sea, interpelarse e identificarse identitariamente en dicha interpelación) guevaristamente, para cambiar de nombre. Aunque, como resulta obvio aclarar, no sólo de nombre, sino, fundamentalmente, de filiación político-ideológica.
De ser pretendidamente guevarista, formar parte del siempre ambiguo campo en
En relación con estas, la primera, por sólo comentar una de sus muchas deleuzenables prácticas, no recala, siquiera, en la pequeñísima contradicción de rehabilitar (a-críticamente, como todo lo que retoma) a un personaje como el poeta y guerrillero Francisco Paco Urondo, quien, en algunos de sus poemas, ensayos y dichos (según nos cuentan los testimonios del cada vez más frondoso campo de la memoria) era sumamente crítico (qué curioso: justo de lo que adolece la agrupación que rueda las películas realizadas en su homenaje) para con aquel otro personaje que esta agrupación que retoma a Urondo no sólo no critica sino, incluso, sigue reivindicando. Estamos hablando (de quién más podría ser) del bonapartista y pendular general Perón (carajo).
Acerca de la segunda de las agrupaciones nombradas en relación con el devenir (¿derrotero?) político-ideológico de la ex Venceremos y Su.ma.te (actual Libres del Sur), la agrupación
Tal vez, lo menos anecdótico de comentar, y, por lo tanto, lo más significativo de señalar, sea que Rodolfo Puigross, hombre de cuyo apellido estas compañeras y compañeros extrajeron el nombre para bautizar su kirchnerista hasta las tripas agrupación, además de autor de un libro delgado, populista y pobre intelectualmente como La universidad del pueblo, formó parte de la mesa de conducción nacional de la organización político-militar Montoneros hasta que esta desapareció práctica aunque nunca efectivamente después de los alejamientos de dos grupos disidentes sobre fines de los ‘70’s, por diferencias con decisiones de la conducción comandada por Mario Firmenich y Roberto Perdía. Entre estas se encontró la decisión del organizado suicido colectivo comandado por la conducción de las contra-ofensivas del ’79 y el ’80, bajo el argumento aparente de que la dictadura era un boxeador drogui al que sólo hacía falta darle un golpe más para voltearlo, como dijo en su momento Firmenich, pero cuyo motivo verdadero fuera, como confesara patéticamente Perdía, que la organización Montoneros apareciera en los diarios así la sociedad argentina no se olvidaba de ella.
Vale la pena recordar que al momento de estas contra-ofensivas, como de otras operaciones militares en donde lo político brilló por su ausencia (operaciones que costaron la vida de militantes que no sólo no fueron protegidas por su conducción sino que fueron enviados al muere), el ahora kirchnerista transversal Miguel Bonasso, alguna que otra vez llevado a la facultad por estas agrupaciones para charlar, todavía permanecía en Montoneros, al punto de que anduvo por Roma publicitando la primera contra-ofensiva. Debe ser verdad eso de que todos los caminos conducen a Roma.
Es aquí donde, pareciera, se atan los distintos cabos desperdigados en la nota. Estas agrupaciones critican el ya moribundo proyecto de la transversalidad (del que Bonasso, como otros ex-montoneros –Bielsa, Jozami, etc.- forman o han formado parte) bajo la forma de defender (una vez más, y van) el por entonces tibio retorno kirchnerista a la casa materna del justicialismo: tibieza que ahorita mismo ha tomado tal temperatura que no exageraríamos si dijéramos que el repliegue kirchnerista sobre el PJ ha pasado de una virtualidad cruda a una realidad más que cocida. No obstante lo anterior, no ahorran elogios y homenajes y memorias al momento de recordar a los militantes armados o no armados de los ’70, aún si su aproximación tanto a esa época como a las innumerables contradicciones y paradojas que la atraviesan sean, en el mejor de los casos, nostálgica e idealizadora, en el peor de ellos, diletante y a-crítica. No se puede aseverar que no vayan a repetir tal operación para con el actual gobierno de Cristina, pero pareciera se les va a hacer mucho más cuesta arriba realizar dicha operación con el hecho de que su actual líder intente comandar los mandos de un aparato que, treinta años antes, se cargó a muchos de sus compañeros y compañeras idealizadas.
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