jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Hay algo que no hable de vos?


El miércoles pasado al anterior, te lo dije, fue a la presentación de una travesti divina que se auto-re-interpeló con tu mismo diminutivo de paternal-maternal interpelación. Como no podía ser de otra manera, me hizo pensar en vos. El martes pasado, hace dos días, fui a la presentación de otro libro –esta vez de poesía, no de narrativa: sí, ya sé, no me digas nada, estoy snobistamente frecuentador de ambientes pseudointelectualoides- con una amiga, una amiga en el más estricto sentido del término, y me crucé con una chica que, tranquilamente, podría ser la hermana menor de Scarlett Johansson. Ya sabés mejor que yo lo que hemos hablado de la belleza de Scarlett. Eso, no podía ser de otro modo, también me hizo pensar en vos. Ayer, mientras miraba una capítulo de la serie española Aquí no hay quien viva -sí, la que fue pésimamente adaptada aquí en la Argentina, a pesar de la actuación de Hendler, claro-, la serie que siempre pongo en la computadora cuando no quiero pensar, y escuché y vi a una personaje, masculino, diciéndole a otro personaje, también masculino, que otro personaje, femenino, era la mujer de su vida, la madre de sus hijos, que él era el abuelo de sus nietos, el bisabuelo de sus bisnietos, el tatarabuelo de sus tataranietos. Esto, una vez más, me hizo pensar en vos. Me hizo pensar en que querría ser yo el que te embarace, en que me gustaría que nos embarazásemos juntos, en que quisiera ser yo quien escuche tu confirmación de que estás embarazada, quien te abrace y sienta pánico al mismo tiempo, quien comparta las lágrimas y las risas en el abrazo, quien te acompañe (por una de las pocas veces que vas a ir) al ginecólogo, quien te toque la panza y le hable al bebe y le lea cuentos, quien te asista en el parto, quien se parta al medio al ver ser eso que sale de vos, quien se convenza que (ahora sí) no va a estar nunca más solo, no sólo porque siempre va a estar ella o él, sino, también, porque siempre vas a estar vos, ya sea por presencia o por ausencia. ¿Hay algo en el mundo que no hable de vos? Gracias a Barthes, con permiso de Freud, por recordar que todo objeto porta sentido, sexual o no. Repito, ¿hay algo en el mundo que no hable de vos?

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